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14-11-2024

 

Elecciones en Uruguay: un largo, profundo y aburrido bostezo que promete “cambiar” para que “todo siga igual”

 

SURda

Opinión

Notas

Uruguay

 

José W. Legaspi

 

Un desprevenido lector de otro país o uno “muy involucrado” en la “realidad política” uruguaya podría concluir que, de cara al 24 de noviembre, fecha del balotaje, hay dos opciones bien diferentes, hasta antagónicas, que disputarán el gobierno… Lamento desilusionarlo pero tal cosa no existe.

 

POLITICA

 

Esta campaña electoral ha sido de las más aburridas y frías que recuerde mi cansado espíritu republicano. No sólo no hubo debate programático sino que, además, ningún candidato presentó una propuesta clara que satisfaga alguna de las necesidades marcadas como prioritarias por los uruguayos: salario, empleo y seguridad pública. Ninguno lo hizo, lo cuál permite inferir que no les interesa encarar esos temas porque, de alguna manera, subestiman al elector, empujándolo a elegir con la pasión, esa que fácilmente se fogonea en base a la gastada contradicción derecha-izquierda, cuando en realidad todos son centristas y optan, desde hace cuatro elecciones por lo menos, en no proponer nada trascendente o polémico que altere las tranquilas y suaves llanuras orientales. En fin, analicemos lo que ocurrió o nos parece que ocurrió el 27 de octubre.

Hace pocas horas se conocieron los resultados finales del escrutinio que terminó de cerrar la Corte Electoral, tras tomar en cuenta los votos observados del pasado domingo 27, quedando definidos los dos contendientes de cara al balotage del 24 de noviembre.

Por un lado, los partidos de la coalición gobernante que han respaldado al actual presidente, Luis Lacalle Pou, a quien la Constitución prohíbe la reelección inmediata, donde el candidato más votado fue Álvaro Delgado, que obtuvo 655.426 votos, seguido del Partido Colorado (392.592), Cabildo Abierto (60.549) y el Partido Independiente (41.618).

Por otro lado, la coalición opositora, progresista, más de 40 partidos, grupos y grupitos, reunidos bajo el lema Frente Amplio, que busca volver al gobierno de la mano del profesor Yamandú Orsi, verdadero delfín del exmandatario José “Pepe” Mujica, que obtuvo 1.071.826 sufragios.

Varios elementos llaman la atención, prenden una luz de alerta en el aparentemente maduro, consciente y estable sistema político uruguayo de cara a esa instancia definitiva.

Permítaseme un comentario a la luz de los resultados, antes de entrar a su análisis. 

Todas las empresas encuestadoras y consultoras de opinión proyectaban sobre los indecisos (que fluctuaban entre el 11% y el 8%) que el Frente Amplio rondaría el 47% de los votos y que caía sensiblemente la votación del Partido Nacional del actual presidente Luis Lacalle Pou en favor de una “remontada” del joven postulante por el Partido Colorado, Andrés Ojeda, que crédulo de tales proyecciones se mostraba triunfalista, soñando con superar al nacionalista Delgado y convertirse en el líder de la coalición de cara a la segunda vuelta, apoyándose en un gran despliegue de márketing político. “El nuevo presidente”, se leía en carteles de propaganda televisiva, medios digitales y redes sociales. 

Nada de ello ocurrió, y además, los datos son muy claros.

Primero, el opositor Frente Amplio no alcanzó el 47%, se quedó en el entorno del 44% durante meses, sin poder salir de ese porcentaje.

Segundo, la coalición gobernante, que perdería sensiblemente votos por las denuncias de corrupción (recordemos, asociación para delinquir encabezada por el jefe de la seguridad personal del presidente Lacalle Pou, Alejandro Astesiano, pasaporte exprés al narco uruguayo Sebastián Marset- que detallamos en nota anterior – casos de nepotismo y mal manejo de los fondos públicos en la intendencia de Artigas, a cargo de la familia Caram, entre otros temas), no sólo no perdió apoyo sino que amplió levemente la ventaja con respecto al Frente Amplio, pasando de 83.923 votos en el escrutinio primario a los más recientes 90.196 que surgen del escrutinio definitivo.

Tercero, y primer dato relevante , este acto electoral tuvo una abstención significativa: las 283.319 personas que no acudieron a votar representan el 10,39% del padrón electoral, que consta de 2.727.120 habilitados para sufragar, y fue el porcentaje más alto de abstención desde las elecciones nacionales de 1989. Un análisis histórico de los porcentajes de abstención desde la recuperación democrática muestra las siguientes cifras:

1984         12,13% (266.572)

1989         11,33% (262.667)

1994           8,62% (200.909)

1999           8,21% (197.276)

2004         10,38% (258.205)

2009         10,09% (258.564)

2014           9,49% (248.674)

2019           9,87% (266.614)

2024         10,39% (283.319)

Cuarto, y segundo dato relevante , aquellos que votaron en blanco o que, por diversos motivos, anularon su voto, suman 85.106 ciudadanos (3,5%), número que cómodamente hubiera alcanzado para elegir un senador: en blanco alcanzó la cifra de 32.356 y anulados unos 52.750. No es un guarismo para alarmar a nadie pero evidentemente el número de abstenciones, de votos en blanco y anulados muestra un manifiesto desinterés en elegir entre las opciones que el sistema ofrece, y con ello, empieza a resquebrajar el aparentemente sólido sistema de partidos políticos del Uruguay.

Cabe interrogarse, ¿no será que sectores de la ciudadanía no identifican diferencias marcadas entre los partidos más importantes, Frente Amplio, Partido Nacional y Partido Colorado, agrupamientos que han adoptado prácticamente sin discusión alguna la agenda 2030, por ejemplo, o los lineamentos generales de política económica?

Quinto dato que interesa al ciudadano y ha sido despreciado una y otra vez por los principales candidatos en anteriores elecciones y en esta particularmente, el candidato que primerea en las encuestas NO DEBATE con quienes lo secundan o siguen. ¿Por qué? Sencillamente por el temor aceptado por TODOS de que el que encabeza las encuestas corre el riesgo siempre de perder algún punto porcentual ante aquellos que tienen menos que perder. Y los que perdemos somos, antes que nada, nosotros, los ciudadanos. No lo dice este escriba, desde la academia politológica también: “Los principales candidatos no se han lucido, ha habido muy poco debate de propuestas y ha predominado la opción de no exponerse para evitar cometer errores”, afirmó a Infobae el politólogo e historiador Gerardo Caetano, quien agrega que Orsi “no ha tenido un gran desempeño” y “no ha terminado de configurarse como líder del FA; tampoco Delgado ha hecho una buena campaña, con una intención de voto que ha caído del 33% al 23%”.

Qué puede suceder de cara al balotage

Si bien el Frente Amplio aparece mejor parado en ese sentido porque, aunque no tiene mayoría parlamentaria en Diputados, sí la logró en el Senado (obtuvo 16 bancas). Y eso le permite poder nombrar directores de entes, ascender cargos militares y designar embajadores. Pero el bloque oficialista –integrado por cinco partidos que compitieron de forma independiente– obtuvo una mejor votación que la coalición de izquierda. 

En este escenario, ¿alguno de los candidatos parte con ventaja?

Mariana Pomiés, la directora de la consultora Cifra, considera que el Frente Amplio corre con ventaja de cara al balotaje. La socióloga dijo este martes en Radio Sarandí que las expectativas de la coalición de izquierda estuvieron por encima de lo que fue y que, por esto, se pudo observar en el comando progresista un ánimo “derrotista”.

Señaló que el que arranca “derrotado” después de las elecciones, es el que “arranca peor”. Otro analista, Botinelli (de Factum) coincidió en que, anímicamente, “arrancó con ventaja Delgado”.

Pomiés agregó: “Yo creo que el Frente Amplio corre con ventaja. Todas las encuestas lo dicen. El senador 16 da una gran ventaja de cara a ese escenario negociador. El crecimiento en el interior es una señal. Muchos votantes de la coalición en el interior no se retienen en noviembre”.

Para esta segunda vuelta parece difícil que el progresismo pueda remontar esos 90 mil votos de diferencia con la coalición actualmente en el gobierno, entre otras cosas porque aunque ya anunció que accederá a cumplir con el debate obligatorio en la instancia, nada indica que sectores del electorado cambien su voto, ni aquél que votó a los integrantes del actual gobierno, ni aquellos que votaron en blanco o anularon, ya que no demostraron confiar en el slogan de los progresistas pintado en varios muros de las ciudades principales: “Que gobierne la honestidad”. Que parece más una expresión de deseo bastante pueril antes que una propuesta seria. ¿Alguien recuerda algún candidato que su slogan de campaña haya sido “vóteme, soy deshonesto, nombraré a mis familiares y amigos en cargos de gobierno y me enriqueceré gracias a ello”?. Si tal despropósito alude a la gestión del presidente Lacalle Pou habría que recordarle “al genio” publicista que termina su mandato con un 50% de aprobación y, de hecho, los casos de corrupción manifiesta, algunos enumerados anteriormente en esta nota, hasta ahora no dañaron ni la imagen del mismo ni el caudal de votos de su candidato, Delgado, o sus socios, más allá de la estrepitosa caída de Cabildo Abierto, compensada por la mejor votación del Partido Colorado.

Lo cierto y doloroso: desempleo juvenil, pobreza, homicidios e inseguridad

Si bien la tasa de desempleo general se sitúa en el 8%, escala al 26% en los jóvenes de entre 14 y 24 años, principal sector social que ve la emigración como una salida a su vida antes que quedarse a sufrir en el país.

En este periodo la coalición gobernante no ha conseguido revertir la pobreza que afecta al 10% de los uruguayos (casi 350.000 personas) ni la alta tasa de homicidios (11 cada 100.000 habitantes, el doble que el promedio mundial), que en buena medida se arrastran de la gestión del FA. 

Los uruguayos seguimos sin saber, y tengo la impresión que seguiremos sin hacerlo por más que se produzca el obligatorio debate hacia noviembre. No sabremos con certeza si “hay dos proyectos de país”, más allá del corazoncito de cada uno y el slogan que abrace para tratar de convencer a los que no ven “las diferencias”. Caetano afirma que si las hay “pero los candidatos han eludido los temas complejos; han preferido no cometer errores en lugar de debatir y ofrecer propuestas diversas”. 

En agosto de este año una encuesta de Cifra mostró que más de la mitad de los uruguayos (53%) cree que el próximo gobierno debe “hacer muchos ajustes” o “cambiar de rumbo”. Sin embargo, los candidatos parecen responder con el más absoluto silencio.

Esperemos a ver qué ocurre, demos una oportunidad al milagro, aunque la sensación sea que más allá del resultado no habrá grandes cambios en Uruguay: “Gane quien gane, la aguja no se moverá”. 

Por ahora, la sensación más realista parece la del título: un largo, profundo y aburrido bostezo que promete “cambiar” para que “todo siga igual”.

Fuente: https://extramurosrevista.com/elecciones-en-uruguay-un-largo-profundo-y-aburrido-bostezo-que-promete-cambiar-para-que-todo-siga-igual/


 
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